Los que amamos correr somos amigos del viento.
Los que amamos correr tenemos los pies ligeros, aprendemos a vivir de la manera en que aprendemos a correr… Con el tiempo nos damos cuenta de que para poder correr mejor necesitamos viajar ligero, sin cargas sin cosas que estorben, ligeros y libres como el viento.
Los que amamos correr somos amigos del fuego.
Cuando las fuerzas escasean y el dolor no para, sólo ofrecer nuestro esfuerzo por un motivo superior es el secreto para poder conquistar una meta; Para correr mejor necesitas motivación, fuego en el corazón que te anime a moverte en los momentos que las cosas no salen bien. Los sentimientos de alegría, coraje, dolor y felicidad se entre mezclan en el corazón del corredor y avivan como el fuego la vida.
Los que amamos correr somos amigos del agua.
El 70 % de nuestro cuerpo se compone de agua, somos agua y debemos fluir con la vida, debemos adaptarnos al camino y a partir de la perseverancia y la disciplina romper la roca de nuestros propios miedos y barreras, el agua que se estanca se contamina y se enturbia, nuestro cuerpo requiere moverse para continuar viviendo.
Los que amamos correr somos amigos de la tierra.
El camino es nuestro guía y maestro, es nuestro aliado que nos enseña que nada en la vida es fácil, que debemos respetar la superficie que tocan nuestros pies, que siempre hay un modo de llegar a la meta y que como en la vida, en ocasiones hay cuestas difíciles pero también en ocasiones hay senderos tranquilos y agradables.
Los que amamos correr somos amigos.
Los que amamos correr somos amigos, aprendemos que un corredor no es un rival ni contrincante, es alguien que al igual que tú comienza a experimentar la vida de una manera diferente, que se enfrenta con él mismo para superarse, un corredor es un reflejo de lo que tú en algún momento experimentaste o experimentarás.
Beto Moreno en Twitter @betomof
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